lunes, 24 de noviembre de 2008

Equilibrio estable


Lola se acicalaba frente al espejo marroquí que tenia en el salón junto al retrato del ché que se trajo de Cuba. Jarapas de todos los colores cubrían los sillones y tapaban las ventanas, nada en el pequeño apartamento de soltera (¡y por muchos años!) era artificial, bueno, la tele sí, pero era una tele chiquitita y la tele no era un artefacto peligroso, todas las cadenas eran fieles al ideario único y correcto.
La melena sobre los hombros con las naturales hebras plateadas propias de la edad, ¡que tampoco era tanta edad, joder!
Con los dedos se estiró el bigotillo, nada de pelos, apenas una sombra, casi no necesitaba depilarse y solo se lo permitía a Rosa, su camarada de fatigas y manifestaciones que se lo hacía con cera natural de abeja, pero estos días estaba de luna de miel en las Alpujarras con su novia Celeste. ¡Que inoportuna era esta muchacha siempre! Para una vez que ella tenía una cita y se le ocurría casarse con su novia de toda la vida justo esta semana. Tampoco tenía tanto vello en las piernas y la sobaquera nunca se la hacía. Esta última reflexión decidió que se pusiese los leotardos de colores de la feria de artesanía medieval de Guadalajara, casi los estrenaba, solo se los había puesto una vez y como después los había lavado con jabón hecho el verano pasado en la Granja de Javi, olían a limpio y a la lavanda que tenia repartida por todos los cajones. La falda quedó descartada, no vaya a ver el muchacho algún pelillo y se eche atrás, que los tíos se han vuelto muy metrosexuales. Encantada de haberse conocido y tan autentica como ella era salió a la aventura, una cita a ciegas, que a los tíos de siempre ya los tenía muy vistos.

Fermín había salido pronto de casa hacia el hotel, estaba en las afueras, incluso podríamos decir que mucho más allá de la afueras, en realidad estaba en pleno campo, lo cual era muy conveniente para la discreción exigida a una cita a ciegas, que nunca se sabe como puede acabar, ni cuanto de rápido puede terminar, mejor no exponerse a la vista de los amigotes. A ella le había parecido muy bien, había dicho algo de las ovejas y las vacas, pero sería una broma de ella, que era muy graciosa. Se habían conocido en una página de contactos mientras él chateaba con uno de sus diversos nicks, el que pertenecía al perfil en el que se hacía pasar por un pintor de retratos, ella era una hija única que vivía con su madre ya anciana en un caserón del centro. Habían congeniado rápido, tenían gustos similares, bueno, al menos su nick de pintor y ella habían congeniado y él se adaptaba rápido. El hotelito estaba al fondo de un camino de cabras, Hotel Rural con Encanto, ¡manda cojones! Borja se lo había recomendado por que lo conocía de cuando iba por allí a cazar perdices, menos mal que le había pedido a papa el Range Rover, si tiene que meter allí su BMW Z4 se llena de barro hasta las cejas. Antes de bajar del todo terreno, se echó una miradita en el espejo del parasol. Estaba perfecto, como de costumbre, el pelo bien liso peinado hacia atrás con su fijador, que le formaba esos rizos tan simpáticos detrás de la nuca, su pañuelito de seda de Hermés que hacia contraste con su Blazer. Miró la hora en su reloj de imitación Rolex, tenía cerca de diez, no podía permitirse tenerlos todos auténticos, todavía. Andaba pensando si quitarle la banderita que le había puesto a la cadena, con la pulserita y el cinturón igual ya era bastante enseña nacional, ¡que coño! Si uno es español, pues es español, que se joda quien no le guste.
Para su desgracia, al aplastar la suela de cuero de sus Castellanos recién estrenados un excremento de animal en el empedrado de acceso al hotel, su corpachón de galán fue a parar en toda su longitud contra el suelo embarrado y los restos de la propia defecación. Su entrada en la recepción no fue todo lo digna que él había planeado.


Ya no le parecía tan buena idea lo de la cita en el campo, allí donde cristo (que no existe y es el opio del pueblo) dio las tres voces. Contaba con el coche de Rufino para la cita, pero se le olvido pedírselo con antelación y lo estaban usando Raquel y Fede para bajarse al moro, había tenido que conformarse con el Renault 4 Latas de su hermano. No es como el Dyane 6, que ese era para gente encantadora, pero es un coche majo, el problema es que la pila de años que tiene encima y las pocas visitas al taller que hace no le estaban dando mucha seguridad en este viaje, por fin había llegado, pero le entraban temblores pensando en la vuelta, y más se ponía a llover como llevaba amenazando toda la mañana. Dejó el coche junto a un todoterreno enorme de esos que no deberían de existir por lo caros que son y lo mucho que contaminan, y se dirigió hacia la puerta de entrada del bonito hotel de piedra. Aspiró el aire puro y ese inconfundible olor a vaca que hace sus cosas, ¡adoraba la naturaleza! Volvía parecerle estupendo lo de la cita en el campo.
Al llegar a la habitación llamó a la puerta prudentemente y, con la llave que le habían entregado en la recepción, abrió.
El interior se encontraba en penumbra, no conocía a su amigo pero se lo iba a tirar, seguro, tan horrible no podía ser, por Internet parecía majo e interesante. Estas citas a la aventura tenían mucho morbo, quizás no eran muy “naturales” pero había que estar con los tiempos, desde que su hermana pequeña la apuntó a estas paginas de contactos se había dejado querer varias veces ya, con muy diferentes resultados, pero la intriga, las sorpresas y lo inesperado de las situaciones lo estaban haciendo adictivo, afortunadamente nadie más que su hermana lo sabia.
-Oye, ¿estas ahí? ¿Por qué has dejado esto tan oscuro?
“Me temo que sí, que tiene que ser horrible si no quiere que lo vea, o eso, o vamos a jugar a las tinieblas”

Oyó los pasos en el pasillo, la llave en la cerradura, los golpes en la puerta, la sintió entrar y escuchó su voz. Tenia toda la iniciativa perdida, había tenido que dejar toda su sucia y maloliente ropa para que se la lavasen, no podía esperarla en pelotas sentado en sillón, ni de pie delante de la ventana. Cualquier hombre al que le hagan un recibimiento similar da palmas con las orejas, pero las mujeres son muy raras, esas cosas no les gustan. Como hombre de recursos había dejado la habitación a media luz, y se había metido en la cama.
-Estoy, estoy. Esperándote ansioso. Estoy calentando la cama, que las sabanas estaban muy frías y el cuarto no está muy caldeado, estas paredes tan gruesas, de piedra, es lo que tienen.
“Mierda, los calcetines, que me los he dejado puestos”
Con rápido gesto se los quito y los tiró al suelo.

-No das opción a arrepentirse, ¿verdad? Vas directo al grano. Déjame al menos que me desnude en el baño.
“Sorpresa tras sorpresa, estos tíos son todos como marcianos. Bueno, eso es lo divertido, sin mirar y de cabeza a la piscina”. Se quitó la ropa y se planto frente a la cama.
-Aquí estoy, ¿me dejas un hueco?
-¡Caramba, que cuerpo tienes, estas formidable! ¡Que delgadita!
-Eso es la comida macrobiótica, toda salud.
Se metió en la cama y se dejó abrazar, mientras le miraba la cara.
“Pues no es feo, ¿a qué vendrán las oscuridades?
-¡Que bien hueles Anabel!
“Tengo que recordar que me llamo Anabel, es verdad”
-Será el Pachuli. Oye, estás fuerte.
-Pues eso va a ser por culpa de los chuletones de Ávila, todo proteínas.
El primer contacto fue satisfactorio para ambas partes, así que todo siguió su evolución natural.
Pero fueron tan satisfactorios el resto de contactos que estos se alargaron mas de lo habitual.
-Eres un experto, Andrés, me esta encantando.
“Los años de visitar prostíbulos es lo que tienen, que se aprenden todos los trucos clásicos” pensó él, pero contestó:
-¡Que exagerada!, hago lo que puedo. Tú si que eres algo nunca visto.
“Los años de amor libre en las comunas es lo que tienen, que aparte de pillar ladillas aprendes toda clase de técnicas orientales” pensó ella, mientras le susurraba:
-Anda ya, bobo. Eres tú la que me pone así.
El caso es que el asunto progresaba satisfactoriamente para ambas partes, muy satisfactoriamente. Tanto que él, a punto de llegar a su final, generosamente gemía: “Todo para ti, todo para ti, todo para ti...”
Cuando ella llegó a su final estalló en un orgulloso y racial: “Viva España”
Ambos cayeron unidos sobre las arrugadas sabanas, contentos de haber encontrado un alma gemela.
Tras unos arrumacos tiernos, él notó que su vigor renacía y ella notó que le vendría muy bien un poco más de relleno.
La jornada transcurrió entre populares “todo para el pueblo” por parte de él y recios “España para las españolas” por parte de ella.
Cuando le trajeron la ropa lavada y planchada, él pidió una prorroga de su estancia, era temporada baja y entre semana, no hubo problema. Sin salir de la cama más que lo imprescindible continuaron profundizando en su encuentro político.
Al cabo de una semana decidieron volver al mundo.

En el Range Rover tomaron algunas decisiones:
-Es muy cómodo este coche tuyo.
-Sí, pero es muy ostentoso, nunca lo volveré a coger.
-No seas radical, debes ser menos impulsivo.
-Bueno, solo cogeré cuando vayamos juntos.
-¿Ves? Es mucho mejor ser más ecuánime.
-Lastima lo de la UCD.
¿Qué cosa? –preguntó ella, cómodamente recostada sobre el asiento.
-Pues que haya desaparecido.
-Sí, una lastima.
-Tendremos que exiliarnos, ¿qué pensaran nuestras amistades? – meditó preocupado el conductor.
-Es cierto, nunca lo admitirían. ¿Has pensado en algún sitio?
-La India, podremos ocuparnos de los más desfavorecidos.
-A mi se me ocurre que mejor las Seychelles, que también hay mucho pobre.
-¿Y algo intermedio?
-¿Cómo qué, amorcito? –inquirió ella, al abrazarle mientras ajustaba el aire acondicionado.
-Chipre, es una isla, es un país pobre...
-Y hace una temperatura fantástica, está muy bien.
-Podremos dedicarnos a fabricar alfombras o a hacer alfarería.
-O a gastarnos, sin excesos, tus herencias. Te he dicho que debes dejar de ser tan extremista.
-Cuanta razón tienes, mi amor. En el centro esta la virtud. –dijo él, apretándola en su abrazo.

El automóvil continuaba avanzando entre la lluvia, de vuelta a la ciudad. El limpiaparabrisas apartaba las gotas del cristal, y las manifestaciones pancarteriles acababan de perder a dos de sus cabecillas. La lucha de clases debería continuar con dos importantes bajas, las guerras son así.

1 comentario:

  1. Hola, soy Ana. te escribo para decirte que esta historia me ha gustado bastante más que la de los cerdos. Además hay sexo pero no es el tema principal. Vas ampliando tus temas. Aún así, me gustaría que profundizaras algo más en la personalidad de los personajes, aqui queda esbozada, para un cuento corto esta bien pero si algún dia quieres escribir otra novela deberías entrar en la mente de los personajes y decir mucho más de ellos.
    Por ejemplo en esta historia, porque se enamoran, el pasado de ambos , porque no tiene parejas, etc.

    Pero me ha gustado , sige así.
    Besos.

    ResponderEliminar