miércoles, 23 de mayo de 2012

La rana de vacaciones y el escorpión ligón.




Paseaba Adolfo Escorpión por la orilla de la playa desde donde una arrobada rana le miraba el paquete, estrujado en el interior del pequeño Speedo atigrado.


Adolfo Escorpión, primo del retirado Rodolfo Langostino, oteaba con expectación y aire de duda el horizonte. No lo veia claro, lo que no era dificil de explicar dada su elevada miopia. Tenía interés en cruzar a la otra orilla. A la isla de enfrente, tampoco le supongamos tan tonto como para querer cruzar el mar.

Nuestra amiga la rana (en esta página somos todos amigos en un principio) deseosa de ayudar, y de sentir el cuerpo del escorpion sobre el suyo, le ofreció su ayuda. La rana, como todas las ranas, era muy lista y ya había adivinado las intenciones del galán.

- Estoy viendo que quizás quisieras cruzar hasta la isla, ¿me equivoco?

Adolfo miró perplejo a la rana.

- Pues sí. ¿Como lo has adivinado?

La rana evitó la evidente respuesta y fue directa al paquete.

- Yo te podría llevar si montas sobre mí. Puedes apoyar todo tu cuerpo sobre el mio, abrazarme fuerte para no caerte y yo, nadando, te llevaría hasta allí.

- Caramba, eso sería formidable. No sé nadar y en esa isla me esperan un montón de escorpioncitas a las que me quiero beneficiar.

- Yo te llevo, pero me das miedo, tienes que prometerme que cuando estemos en el agua no me clavaras tu aguijón.

- Yo nunca haría eso. Moririamos los dos.

Con este acuerdo, el escorpion montó sobre la rana, la abrazó fuerte y notandola calentita aprovechó para arrimar cebolleta.

La rana, notando que la cebolleta era más bien un hermoso calabacín, aprovechó para nadar dando un voluptuoso rodeo que ocultase entre las olas del mar los líquidos intimos que escorpion y calabacín le originaban.

Al llegar a la isla el escorpion se bajo de la rana con un grácil saltito, que encantó a la nadadora, se ajustó el vegetal, se metió en el agua para disimular el manchurron, y dando un casto besito en la mejilla a la rana, se alejó hacia un bosquecillo próximo.

De repente, la rana comenzó a gimotear, despues a sollozar, y finalmente, llorando a moco tendido gritó al repugnante aracnido:

- ¿Por qué no me picaste?, ¿por qué no te dejaste llevar por tu naturaleza y me mataste? ¡Has arruinado la muerte más hermosa que tendré jamás!


Esta edificante fabula nos plantea algunas cuestiones, algunas como estas:

¿Por qué los escorpiones malotes tienen tanto éxito entre las ranas?

¿Por qué las ranas no asimilan que ellas leen más que los escorpiones y dejan de confiar en que estos conozcan los finales de los clásicos?

¿Por qué las ranas están deseando que los escorpiones les mientan y se sienten engañadas cuando no lo hacen?

¿Por qué la rana más formal, la que comenta en el cafe a su amiga mas cercana lo mucho que le desagradan los escorpiones sin palabra es capaz de perder los papeles por un calabacín?

Pues la respuesta a todas estas preguntas no la conoce nadie. Esta en la naturaleza de la rana.

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