viernes, 18 de mayo de 2012

Recuerdos.


No me fui por mi voluntad, la tormenta perfecta me llevó. Después de darme mil revolcones y dejarme desnudo y lleno de arañazos cogió mi casa, la levantó por los aires y la dejó muy lejos de Kansas.

Estar desnudo no supuso ningún problema, ya sabéis que me encanta estar desnudo, pero las heridas si lo fueron y lo siguen siendo. ¿Quien soy yo para quejarme? Hay gente en peor estado que yo, tenemos los hospitales llenos.

El caso es que mi tiempo se quedo sin hueco para mi, todo se llenó de esfuerzo para salvar familia y hacienda. Esfuerzo baldío, ni familia ni hacienda, ya quisiera Hacienda.

Suena lastimoso y a excusa, lo es, ambas cosas. Por lo tanto ni una palabra más al respecto, dediquémonos mejor a las patéticas justificaciones.

Nunca encontré mejor gente que la habita por aquí escondida bajo alias virtuales, entre páginas de aparente depravación. Nunca he sido mejor que cuando fui malo.

Para alguien como yo, el hombre pez, el hombre sin memoria, resulta duro sufrir cada día la añoranza de los buenos momentos, de todos y cada uno de ellos. Tanto tiempo siendo bueno sin recompensa alguna ha acabado, vuelvo dispuesto a ser el peor, y si no lo consigo por no tener dedicación plena (sigo con el Betadine en la mano), si me quedo solo en el regularcillo, que sea solo por falta de tiempo y no por falta de intensidad.


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